lunes, 21 de noviembre de 2011

AMÉRICA LATINA

         Es un neologismo que, como sustantivo compuesto alude a una parte del continente americano; geográficamente comprende desde el Río Bravo (México) hasta la Tierra del Fuego, e incluye las islas del Caribe. En el plano sociopolítico y cultural latinoamericanista esta expresión refiere a una entidad autónoma en relación con la América de habla inglesa (Sajona). Como acepción a esta definición, Arturo Ardao dice que la expresión América Latina designa al conjunto de las Américas de lengua española, portuguesa y francesa y ha pasado a ser la preferente denominación político-cultural de un continente, resultando subsidiaria de ella la expresión América del Sur o Sudamérica y América Central o Centroamérica. 
          Debemos al filósofo e historiador de las ideas uruguayo, Arturo Ardao (Montevideo, 1912), el mejor estudio sobre este tema. Lo que sigue aspira a ser un modesto resumen de su obra citada en la bibliografía y de lectura indispensable para todo latinoamericanista.
            El neologismo América Latina fue el resultado del obligado desenlace de contextos histórico-culturales y situaciones político-económicas muy complejas, entre las que cabe destacar el avance de los Estados Unidos de Norte América con su anexión de más de la mitad del territorio mexicano y sus intrusiones en el Istmo Centroamericano, así como del marcado racismo y la división étnico-cultural.
            Para llegar a la concepción que hoy se tiene sobre la idea y el nombre de América Latina el tiempo ha resultado considerable, pues en su etapa de gestación se le denominó de muchas maneras. A este respecto, Ardao anota que “la idea y el nombre de América Latina pasa por un proceso de génesis que recorre las mismas tres etapas que la idea y el nombre de América. En el caso de América lo constituyó el descubrimiento; en el de América Latina el proceso fue más lento y doloroso”.
            Dado que se está analizando el nombre de América Latina, sólo se dice respecto de América que este término fue propuesto para designar al continente por el canónigo impresor Gaultier Ludd, el cartógrafo Martín Waldsee Müller y por el humanista y poeta Matías Ringman, los tres del Gimnasio de San Deodato, el 25 de abril de 1507, en un folleto de 52 páginas de nombre Introducción a aquellos principios de Geometría y Astronomía necesarios a este fin, además de las cuatro navegaciones de Américo Vespuccio.
            Como se anotó en la definición, el término América Latina sólo se explica en su origen, en relación con la América Sajona; aunque es prudente advertir que el término América Latina no surgió como nombre, sino evolucionó primero como idea a partir del análisis de la latinidad. Ardao dice que esta idea tiene dos grandes acepciones: la primera “alude al orbe cultural del latín en tanto operó como idioma vivo en la antigüedad y comienzos del Medioevo, con todas sus variantes internas desde la alta a la baja latinidad”. En una segunda, alude al arte cultural generado por los idiomas llamados neolatinos o latinos a secas, que surgen en la Europa Medieval para expandirse, después del Renacimiento por todos los continentes como su correspondiente lengua epónima la primera es una latinidad muerta. Como sus correspondientes lenguas de expresión y significación, también con todas sus variantes internas, desde las originarias europeas a las ultramarinas, la segunda es una latinidad viva pero no por ello deja de existir una estricta continuidad histórica. (Ardao, 1965).
             Esta segunda empezó a partir de un centro geográfico cubriendo áreas cada vez más extensas, siendo la primera, la joven Roma, le siguió Italia, el Mediterráneo, Europa y después el mundo, las cinco partes en épocas que abarcan desde la antigüedad hasta el siglo XX.
            Así como se empezó a extender la idea de latinidad en el mundo, ésta no se aceptó totalmente, pues las diferentes regiones conservaron núcleos de procedencia no latina. A este respecto, Ardao dice a manera de ejemplo: “Tres de ellas, España, Francia y Portugal, engendrarían a su turno América Latina. La latinidad de ésta regida siempre por el fenómeno lingüístico-cultural tiene múltiples diferencias de grado con las de sus naciones madres. No mayores, empero, que la que mantiene la latinidad de la Roma Clásica, comprendida la propia Italia, con la paradigmático latinidad de la Roma Clásica. Bajo un aspecto significativo, la mitad de los países latinoamericanos México, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Cuba, Haití, Perú, Chile, Paraguay, Uruguay ostentan un nombre de origen idiomático no latino” (aunque se anota que lo mismo sucede con Francia cuyo nombre es de raíz germánica).
            El mismo Ardao indica en América Latina y la latinidad que la primera idea como idea de una América Latina, debió esperar a mediados del siglo XIX para surgir. Fue así porque la idea matriz de una Europa Latina pese a mentar una realidad mucho más antigua, fue sólo en el mismo siglo, en forma prácticamente simultánea, que a su vez surgió. Queremos decir que fue entonces que por primera vez se manifestó en su literal enunciación, la idea de latinidad en la moderna acepción y uso de concepto historiográfico, a la vez que de categoría de la filosofía de la historia, de la filosofía de la cultura y hasta de la filosofía política (Ardao, 1993).
          Con el surgimiento de la expresión Europa latino dio comienzo a una transformación y valoración lingüística de la antigua Romania, esta transformación estaba destinada a llevar el concepto de latinidad a todos los continentes. Aunque cabe aclarar que la idea orgánica de Europa latina no se sostenía del todo hacia principios del siglo XIX, mucho menos en esa época se definía la idea de una América Latina, y aun cuando algunos historiadores han querido ver en los humanistas clásicos la idea de la latinidad no se puede afirmar que sea así. Tal es el caso de Alexis de Tocqueville, quien en su libro La democracia en América de 1835 habla de América del Norte y América del Sur, pero no deAmérica Latina: “La América del Sur es cristiana como nosotros; tiene nuestra leyes y nuestros usos; encierra todos los gérmenes de la civilización que se desarrollaron en el seno de las naciones europeas y de sus descendientes; América del Sur tiene, además, nuestro propio ejemplo: ¿Porqué habría de permanecer siempre atrasada?”.
         Con la cita anterior se puede decir que de haber existido la idea de latinidad en y para nuestro continente no se habría dejado de lado. De la misma manera que se ha rastreado a Tocqueville se pueden hacer observaciones en otro de los grandes viajeros que llegaron a la región hispanoamericana: Alexander von Humbolt (1769-1859), en su obra Viajes a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, t. X, capítulo XXVI, publicada en 1825   (p. 140), hace referencia a Europa Latina, no así a una América Latina:
            Resulta, pues, que si en las investigaciones de economía política, se acostumbra a no considerar sino masas, no se podría desconocer que el continente americano no está repartido, hablando propiamente, más que en tres grandes naciones de raza inglesa, española y portuguesa, a la parte continental del Nuevo Mundo se encuentra como repartida entre tres pueblos de origen europeo: uno, y el más poderoso, es de raza germánica; los otros pertenecen por su lengua, su literatura y sus costumbres, a la Europa Latina.
             Asimismo y sólo para no dejar de lado al célebre Hegel (1770-1831), pues este término parecería manco, se puede observar que en su ya clásico: Lecciones sobre filosofía de la historia universal (producto de sus lecciones dictadas entre 1822-1830) hace uso de los hombres de América refiriéndose a ésta como: “Nuevo Mundo”, “América del Norte”, “América del Sur”, aunque sólo fuese para dejarlos fuera de su teoría sobre la evolución del espíritu. En el citado texto dice: “América debe apartarse del suelo en que, hasta hoy, se ha desarrollado la historia universal. Lo que hasta ahora acontece aquí no es más que el eco del viejo mundo y el reflejo de ajena vida. Esta masa de esclavos se ha establecido junto a los germanos; pero este elemento aun no figura en la serie de la evolución del espíritu y no necesitamos detenernos en él”.
            Como se ve, la idea de América y sus otras denominaciones ya estaban en ciernes en los principios del siglo pasado. No fue sino hasta 1836, cuando Michel Chevalier (1806-1879), en la introducción de su libro Cartas sobre la América del Norte empieza a bosquejar la idea de América Latina, anotando que no es en las cartas (escritas entre 1833-1835) donde se plasma la idea, sino en la introducción de la citada obra. En ésta se puede observar cómo la idea de América Latina, aunque de forma embrionario, señala la ruta de esta idea que desembocará en la denominación del “continente del sur”.
            Nuestra civilización procede de un doble origen de los Romanos y de los pueblos germánicos. Así hay la Europa Latina y la Europa teutónica; la primera comprende los pueblos del Mediodía, la segunda, los pueblos continentales del norte de Inglaterra. Ésta es protestante, la otra es católica. Una se sirve de idiomas en los que domina el latín, la otra habla lenguas germanas. Las dos ramas latina y germana se han reproducido en el Nuevo Mundo. América del Sur es, como la Europa meridional católica y latina. La América del Norte pertenece a una población protestante y anglosajona... Unos y otros ocupan en Europa y en América, sobre la tierra y en medio de los mares, admirables puntos avanzados y excelentes posiciones alrededor de esa inmóvil Asia en la que se trata de penetrar.
            Se observa cómo la idea de América Latina empieza a hacer revuelo en la mente de otros escritores viajeros contemporáneos de Chevalier. Así vemos a Benjamín Poucel, quien en sus opúsculos de 1849 y 1850 denominados: De las emigraciones Europeas en la América del Sur y Estudios de los intereses recíprocos de la Europa y la América, Francia y la América del Sur, dice:
         En presencia de los acontecimientos tan importantes para el porvenir de las relaciones políticas y comerciales de Europa con América ¿Qué hace Francia? ¡Nada! Hace aun algo peor, porque su política en el Río de la Plata (ese campo cerrado donde deberá resolverse la gran cuestión de las razas en América), en lugar de favorecer a la raza latina de la cual ella es protectora nata contra la doble invasión de la raza anglosajona por el norte y por el sur, favorece gracias a su inacción irreflexivo, las usurpaciones y la dominación futura de la raza anglosajona. ¿No es claro, en efecto, que la unión más estrecha debería confundir los intereses franceses y el interés de América del Sur en un mismo fin, a saber: conservar a la raza latina la posesión soberana de esta magnífica parte del continente Americano? 
            Al lado de los nombres de Chevalier y Poucel, se puede agregar el del dominicano Francisco Muñoz del Monte, quien al igual que los franceses, se le puede ubicar entre los genetistas de la idea de latinidad de nuestro continente, no así del nombre, pues éste fue sustantivado y adjetivado por el bogotano José María Torres Caicedo (30 de marzo de 1827 ó 1830 al 24 de septiembre de 1889). A este respecto, Arturo Ardao afirma:
            Abstracción hecha del lejano antecedente del francés Michel Chevalier, de 1836, Torres Caicedo es, en efecto, en cuanto hemos podido verificar, el hispanoamericano que con más temprana conciencia de su porvenir histórico, aplicó a nuestra América en español “el calificativo de latina”, para repetir aquí sus propias palabras de 1875; aplicación convertida rápidamente por el mismo, en el nombre de América Latina. Sólo que, también en cuanto hemos podido verificar lo hizo por primera vez en 1856, no en 1851, como por error o acaso por errata tipográfica en aquellas mismas palabras se expresa.
            Esta fecha se puede constatar si se analizan los escritos de Torres Caicedo entre 1851 y 1855, pues en estas fecha utiliza América o América Española, incluso el 5 de junio de 1856 en su artículo “Agresiones de los Estados Unidos” publicado en el Correo de Ultramar, expresa: “Jamás se había sentido con más imperio que hoy la necesidad de llevar a cabo el gran pensamiento de Bolívar: la confederación de las naciones de la América Española”. En el mes de junio, motivado por las mismas razones que Caicedo, el chileno Francisco Bilbao da un paso más al hablar de la raza latinoamericana: “Hoy las guerrillas avanzadas despiertan el Istmo... He ahí un peligro. El que no lo vea, renuncie al porvenir. ¿Habrá tan poca conciencia de nosotros mismos, tan poca fe en los destinos de la raza latinoamericana?”. Empero, si bien en este escrito Bilbao empieza a adjetivar a la raza de nuestra América no da el paso definitivo. Y fue hasta el 26 de septiembre de 1856, que en el poema titulado “Las dos Américas”, publicado en Venecia por Torres Caicedo, que en su primera estrofa, parte IX, se lee: “La raza de la América Latina al frente tiene la sajona raza”.
            Con esta sustantivación y adjetivación de América ahora sí Latina empieza una ardua labor de valorar política y culturalmente el nombre de América Latina, pues a este nombre el mismo Torres Caicedo lo tomaba en un principio como equivalente de América Española. Esto se puede observar en el artículo del 1 5 de junio de 1858 del Correo de Ultramar:
Amantes sinceros de la América española, le deseamos todo bien, mucha prosperidad, grande honor; pero por desgracia, nadie puede impedir que los hechos no sean como son; y al cronista no es dado presentar los acontecimientos bajo un falso aspecto, ni tampoco callarlos. Acogemos con sumo placer y nos apresuramos a registrar en esas hojas cuantos sucesos dignos de alabanza tienen lugar en las regiones hispanoamericanas; pero nuestro deber con este periódico es el hacer una reseña exacta de cuanto pasa en los Estados de la América Latina, sin tener en consideración nuestros deseos y aspiraciones personales como amigos de esas repúblicas.
            Esta reiterada mención del nombre de América Latina se hace en virtud de que a partir de 1860 se extendió la falsa creencia de que la denominación “América Latina” fue acuñada por los ideólogos de Napoleón III, con el fin de justificar su intrusión en México. En relación con esto, Ardao anota: “Tal equivocada creencia tiene por fuente un estudio publicado en 1968 por el investigador norteamericano John L. Phelan, bajo el título de Panlatinismo, la intervención francesa en México y el origen de la idea de Latinoamérica”.
            Se puede seguir buscando y rastreando el origen del nombre de América Latina; sin embargo, para el propósito del presente trabajo sólo resta anotar que la primera etapa del nombre de nuestra América se cierra en 1870, fecha en que la denominación América Latina es aceptada por propios y extraños

            Ardao, Arturo. América latina y la latinidad, UNAM-CCyDEL, México, 1993. Ardao, Arturo. “La idea de la Magna Colombia de Miranda a Hostos”, en Ideas en torno de Latinoamérica, vol. I, UNAM-UDUAL, México, 1986.  Gómez Robledo, Antonio. Idea y experiencia de América, FCE, México, 1958. Hegel Wilhelm, Georg Friederich. Lecciones sobre filosofía de la historia universal, trad. José Gaos, 4ª ed. Revista de Occidente, Madrid, 1974.  Phelan L., John. “El origen de la idea Latinoamérica”, en Ideas en tomo de Latinoamérica, vol. I, UNAM-UDUAL, México, 1986. Thierry, Agustín. Consideraciones sobre la historia de Francia, trad. José Luis Romero, Ed. Nova, Buenos Aires, 1974. Toqueville, Alexis de. La democracia en América, 2ª ed.  FCE, 1963. UNAM. Conciencia y autenticidad histórica. (Escritos en homenaje a Edmundo O’Gorman), México, 1968.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Acta del 19 de Abril de 1810

En la ciudad de Caracas a 19 de abril de 1810, se juntaron en esta sala capitular los señores que abajo firmarán, y son los que componen este muy ilustre Ayuntamiento, con motivo de la función eclesiástica del día de hoy, Jueves Santo, y principalmente con el de atender a la salud pública de este pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del señor Don Fernando VII, sino también por haberse disuelto la junta que suplía su ausencia en todo lo tocante a la seguridad y defensa de sus dominios invadidos por el Emperador de los franceses, y demás urgencias de primera necesidad, a consecuencia de la ocupación casi total de los reinos y provincias de España, de donde ha resultado la dispersión de todos o casi todos los que componían la expresada junta y, por consiguiente, el cese de su funciones. Y aunque, según las últimas o penúltimas noticias derivadas de Cádiz, parece haberse sustituido otra forma de gobierno con el título de Regencia, sea lo que fuese de la certeza o incertidumbre de este hecho, y de la nulidad de su formación, no puede ejercer ningún mando ni jurisdicción sobre estos países, porque ni ha sido constituido por el voto de estos fieles habitantes, cuando han sido ya declarados, no colonos, sino partes integrantes de la Corona de España, y como tales han sido llamados al ejercicio de la soberanía interina, y a la reforma de la constitución nacional; y aunque pudiese prescindirse de esto, nunca podría hacerse de la impotencia en que ese mismo gobierno se halla de atender a la seguridad y prosperidad de estos territorios, y de administrarles cumplida justicia en los asuntos y causas propios de la suprema autoridad, en tales términos que por las circunstancias de la guerra, y de la conquista y usurpación de las armas francesas, no pueden valerse a sí mismos los miembros que compongan el indicado nuevo gobierno, en cuyo caso el derecho natural y todos los demás dictan la necesidad de procurar los medios de su conservación y defensa; y de erigir en el seno mismo de estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la soberanía, que por el mismo hecho ha recaído en el pueblo, conforme a los mismos principios de la sabia Constitución primitiva de España, y a las máximas que ha enseñando y publicado en innumerables papeles la junta suprema extinguida. Para tratar, pues, el muy ilustre Ayuntamiento de un punto de la mayor importancia tuvo a bien formar un cabildo extraordinario sin la menor dilación, porque ya pretendía la fermentación peligrosa en que se hallaba el pueblo con las novedades esparcidas, y con el temor de que por engaño o por fuerza fuese inducido a reconocer un gobierno legítimo, invitando a su concurrencia al señor Mariscal de Campo don Vicente de Emparan, como su presidente, el cual lo verificó inmediatamente, y después de varias conferencias, cuyas resultas eran poco o nada satisfactorias al bien político de este leal vecindario, una gran porción de él congregada en las inmediaciones de estas casas consistoriales, levantó el grito, aclamando con su acostumbrada fidelidad al señor Don Fernando VII y a la soberanía interina del mismo pueblo; por lo que habiéndose aumentado los gritos y aclamaciones, cuando ya disuelto el primer tratado marchaba el cuerpo capitular a la iglesia metropolitana, tuvo por conveniente y necesario retroceder a la sala del Ayuntamiento, para tratar de nuevo sobre la seguridad y tranquilidad pública. Y entonces, aumentándose la congregación popular y sus clamores por lo que más le importaba, nombró para que representasen sus derechos, en calidad de diputados, a los señores doctores don José Cortés de Madariaga, canónigo de merced de la mencionada iglesia; doctor Francisco José de Rivas, presbítero; don José Félix Sosa y don Juan Germán Roscio, quienes llamados y conducidos a esta sala con los prelados de las religiones fueron admitidos, y estando juntos con los señores de este muy ilustre cuerpo entraron en las conferencias conducentes, hallándose también presentes el señor don Vicente Basadre, intendente del ejército y real hacienda, y el señor brigadier don Agustín García, comandante subinspector de artillería; y abierto el tratado por el señor Presidente, habló en primer lugar después de su señoría el diputado primero en el orden con que quedan nombrados, alegando los fundamentos y razones del caso, en cuya inteligencia dijo entre otras cosas el señor Presidente, que no quería ningún mando, y saliendo ambos al balcón notificaron al pueblo su deliberación; y resultando conforme en que el mando supremo quedase depositado en este Ayuntamiento muy ilustre, se procedió a lo demás que se dirá, y se reduce a que cesando igualmente en su empleo el señor don Vicente Basadre, quedase subrogado en su lugar el señor don Francisco de Berrío, fiscal de Su Majestad en la real audiencia de esta capital, encargado del despacho de su real hacienda; que cesase igualmente en su respectivo mando el señor brigadier don Agustín García, y el señor don José Vicente de Anca, auditor de guerra, asesor general de gobierno y teniente gobernador, entendiéndose el cese para todos estos empleos; que continuando los demás tribunales en sus respectivas funciones, cesen del mismo modo en el ejercicio de su ministerio los señores que actualmente componen el de la real audiencia, y que el muy ilustre Ayuntamiento, usando de la suprema autoridad depositada en él, subrogue en lugar de ellos los letrados que merecieron su confianza; que se conserve a cada uno de los empleados comprendidos en esta suspensión el sueldo fijo de sus respectivas plazas y graduaciones militares; de tal suerte, que el de los militares ha de quedar reducido al que merezca su grado, conforme a ordenanza; que continuar las órdenes de policía por ahora, exceptuando las que se han dado sobre vagos, en cuanto no sean conformes a las leyes y prácticas que rigen en estos dominios legítimamente comunicadas, y las dictadas novísimamente sobre anónimos, y sobre exigirse pasaporte y filiación de las personas conocidas y notables, que no pueden equivocarse ni confundirse con otras intrusas, incógnitas y sospechosas; que el muy ilustre Ayuntamiento para el ejercicio de sus funciones colegiadas haya de asociarse con los diputados del pueblo, que han de tener en él voz y voto en todos los negocios; que los demás empleados no comprendidos en el cese continúen por ahora en sus respectivas funciones, quedando con la misma calidad sujeto el mando de las armas a las órdenes inmediatas del teniente coronel don Nicolás de Castro y capitán don Juan Pablo de Ayala, que obraran con arreglo a las que recibieren del muy ilustre Ayuntamiento como depositario de la suprema autoridad; que para ejercerla con mejor orden en lo sucesivo, haya de formar cuanto antes el plan de administración y gobierno que sea más conforme a la voluntad general del pueblo; que por virtud de las expresadas facultades pueda el ilustre Ayuntamiento tomar las providencias del momento que no admitan demora, y que se publique por bando esta acta, en la cual también se insertan los demás diputados que posteriormente fueron nombrados por el pueblo, y son el teniente de caballería don Gabriel de Ponte, don José Félix Ribas y el teniente retirado don Francisco Javier Ustáriz, bien entendido que los dos primeros obtuvieron sus nombramientos por el gremio de pardos, con la calidad de suplir el uno las ausencias del otro, sin necesidad de su simultánea concurrencia. En este estado notándose la equivocación padecida en cuanto a los diputados nombrados por el gremio de pardos se advierte ser sólo el expresado don José Félix Ribas. Y se acordó añadir que por ahora toda la tropa de actual servicio tenga press y sueldo doble, y firmaron y juraron la obediencia a este nuevo gobierno.
Vicente de Emparan; Vicente Basadre; Felipe Martínez y Aragón; Antonio Julián Álvarez; José Gutiérrez del Rivero; Francisco de Berrío; Francisco Espejo; Agustín García; José Vicente de Anca; José de las Llamosas; Martín Tovar Ponte; Feliciano Palacios; J. Hilario Mora; Isidoro Antonio López Méndez; Licenciado Rafael González; Valentín de Rivas; José María Blanco; Dionisio Palacios; Juan Ascanio; Pablo Nicolás González, Silvestre Tovar Liendo; Doctor Nicolás Anzola; Lino de Clemente; Doctor José Cortes, como diputado del clero y del pueblo; Doctor Francisco José Rivas, como diputado del clero y del pueblo; como diputado del pueblo, doctor Juan Germán Roscio; como diputado del pueblo, Doctor Félix Sosa; José Félix Ribas; Francisco Javier Ustáriz; fray Felipe Mota, prior; Fray Marcos Romero, guardián de San Francisco; Fray Bernardo Lanfranco, comendador de la Merced; Doctor Juan Antonio Rojas Queipo, rector del seminario; Nicolás de Castro; Juan Pablo Ayala; Fausto Viana, escribano real y del nuevo Gobierno; José Tomás Santana, secretario escribano.




Publicación del Acta del Ayuntamiento.
En el mismo día, por disposición de lo que se manda en el acuerdo que antecede, se hizo publicación de éste en los parajes más públicos de esta ciudad, con general aplauso y aclamaciones del pueblo, diciendo: ¡Viva nuestro rey Fernando VII, nuevo Gobierno, muy ilustre Ayuntamiento y diputados del pueblo que lo representan! Lo que ponemos por diligencia, que firmamos los infrascritos escribanos de que demos fe.
Viana, Santana.

Constitución de Venezuela de 1830

http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/00360730122247295209079/index.htm

TRATADO DE VERSALLES

TRATADO DE VERSALLES
Las causas que originaron la segunda guerra mundial  tienen su origen en el famoso Tratado de Versalles, firmado el día 28 de junio de 1919.Aunque el tratado fue severo, sus previsiones políticas no fueron, en modo alguno, tan injustas como alegaron los alemanes.
Alemania perdió, aproximadamente, un octavo de su territorio continental, unos 6.500.000 habitantes de su población y sus posesiones coloniales, pero el Estado alemán no quedó desmantelado ni el país desmembrado.Para garantizar que Alemania no representaría jamás un peligro de guerra, su ejército quedó reducido a 100.000 hombres, su flota en 15.000 unidades y quedó prohibido el reclutamiento militar.La escuadra alemana fue reducida a media docena de acorazados y cruceros y una docena de destructores y lanchas torpederas.En cuanto a las pérdidas territoriales, Alsacia y Lorena se anexionaban a Francia que, además, ocupaba por 15 años la región del Sarre. Luego de este período, se decidiría por plebiscito a quién pertenecería en el futuro ese territorio. Si el Sarre volvía a Alemania, ésta debía indemnizar a Francia en divisas oro por la restitución de los yacimientos carboníferos allí existentes. Polonia recibía una parte de la Alta Silesia (otros distritos pasaban a Checoslovaquia), Posdan, casi toda la Prusia Occidental y algunos distritos de la Pomerania. Danzig era declarada ciudad libre. Entre Francia y el Imperio Británico se repartían todas las colonias de Alemania. La primera recibía casi todo el Camerún y gran parte del Togo; Inglaterra tomaba posesión de África Oriental y Occidental, las partes restantes del Togo y Camerún, las islas Samoa y de Nueva Guinea.

              

Las duras condiciones económicas de la posguerra abrumaron al pueblo alemán que veía como el dinero se evadía del país a la par de una inflación galopante.El desempleo era excesivo y para 1923, un alemán de cada cuatro se hallaba sin trabajo.Los soldados que retornaban del frente después de cuatro años de penurias vividas en las trincheras, se vieron anonadados y enfurecidos, resultando elementos propicios para los movimientos nacionalistas.Cuando el gobierno alemán solicitó una moratoria para satisfacer sus reparaciones, los gobiernos de Francia, Bélgica e Italia respondieron enviando tropas para ocupar la zona del Rin en enero de 1923.Estas humillaciones despertaron la furia nacionalista germana, que se dirigió contra los aliados y contra su propia República de Weimar.

Problemas del mundo contemporáneo

Problemas del mundo contemporáneo:
Al comenzar el siglo XXI hay muchos indicios que nos incitan a pensar que la historia del mundo entra en una nueva era, prometedora e incierta como todas las que han producido grandes cambios históricos.
Los dos siglos anteriores, XIX y XX, han representado una fase absolutamente crucial para la humanidad, en la que han ocurrido más transformaciones, y de mayor trascendencia, que en cualquier momento anterior de la historia del hombre.
Descripción: mundohoy002A
Modernidad con problemas
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Esos dos siglos son los que conocemos como «historia contemporánea» o «mundo contemporáneo».
Quienes vivieron las grandes revoluciones de fines del siglo XVIII tuvieron clara conciencia de las mutaciones que experimentaba su mundo. Quienes hoy se adentran en el siglo XXI, parecen tenerlas también de un proceso similar.
Ningún momento histórico más oportuno, pues, que el presente para preguntarse por la significación de esos dos siglos de contemporaneidad, y para intentar entender sus problemas, porque el presente y el futuro nunca se podrán comprender sin la interpretación del pasado.
Conflictos bélicos actuales
•  El fin de la guerra fría y sus repercusiones en el mundo
El derrumbe de la Unión Soviética (URSS) dejó a los Estados Unidos  como la única superpotencia mundial. La victoria en la guerra fría borró los recuerdos de la derrota en Vietnam. En adelante, Washington podrá ejercer el papel de "gendarme mundial" sin miedo a la concurrencia de otra superpotencia.
•  El Oriente Medio
•  La guerra del Golfo (1990-1991)
Descripción: mundohoy003
Cuando Saddam Hussein invadió el 2 de agosto de 1990 el pequeño y rico estado de Kuwait para tratar de paliar las enormes pérdidas ocasionadas por la guerra que había enfrentado a Irak con Irán no tuvo en cuenta la nueva situación creada con el fin de la guerra fría.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), siguiendo las propuestas de EE.UU. condenó la agresión, decidió sanciones económicas y, finalmente, autorizó la intervención militar.
La URSS, tradicional aliada de Irak, no tenía fuerza suficiente para vetar en el Consejo de Seguridad las directrices de la política norteamericana.
Así, el presidente Bush pudo articular una gran coalición internacional. Además de sus aliados tradicionales en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la URSS y los nuevos regímenes de Europa oriental, Egipto y una mayoría de los países árabes, Japón y los nuevos países industrializados de Asia buscaron la alianza y la amistad con la superpotencia.
El desenlace de la guerra era previsible. Saddam Hussein apenas pudo lanzar algún misil Scud sobre Israel, en su mayoría interceptados por los misiles antimisiles norteamericanos Patriot.
Descripción: mundohoy006
Tras un intensísimo bombardeo iniciado el 15 de enero de 1991 cuando concluía el ultimátum lanzado por la ONU, las tropas de la coalición liberaron con gran facilidad el territorio kuwaití. Para la sorpresa de muchos, las tropas norteamericanas no continuaron su camino hacia Bagdad y permitieron que Saddam continuara en el poder.
El 28 de febrero se acordó un alto el fuego en un conflicto inacabado que no iba a concluir aquí.
•  El proceso de paz árabe-israelí
Tras el estallido de la Intifada (revuelta palestina contra la ocupación israelí) en 1987 en Gaza y Cisjordania, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y su líder Yasser Arafat consiguieron consolidarse en la dirección de la resistencia palestina.
En ese contexto, se reunió el Consejo Nacional Palestino en Argel en 1988 y acordó la proclamación de la independencia del Estado Palestino, aceptando el acuerdo de la ONU de noviembre de 1947 que decidió la partición de Palestina en dos estados, lo que implicaba el reconocimiento del Estado de Israel. Gorbachov había recibido a Arafat en abril de 1988 y le había solicitado que tomara en consideración "los intereses de la seguridad de Israel".
Descripción: mundohoy007
El fin de la guerra fría facilitó que EE.UU. y la URSS convocaran una Conferencia sobre la Paz en Oriente Próximo en Madrid en octubre de 1991. En la capital de España se abrió un difícil proceso de paz basado en el principio de "paz por territorios".
Tras arduas negociaciones secretas en Oslo, en septiembre de 1993 se firmó en Washington la "Declaración de principios sobre los arreglos provisionales de autonomía" que daba el pistoletazo de salida a un proceso de paz que desgraciadamente terminará fracasando.
•  Europa
En Europa, el fin de la guerra fría provocó básicamente dos reacciones contrapuestas:
•   En el occidente se acentuaron los procesos de integración. Tras la firma del Acta Única en 1986, los doce países asociados en la Comunidad Económica Europea (CEE) firmaron el Tratado de Maastricht de 1992 que daba nacimiento a la Unión Europea. Tres años después la Unión se ampliaba a Suecia, Finlandia y Austria.
•  Mientras en la Europa central y oriental, el derrumbamiento de los sistemas comunistas y de la URSS abrió un período de disgregación política.
Descripción: mundohoy008
República Checa
En algún caso fue un proceso pacífico como el "divorcio amistoso" entre la República Checa y Eslovaquia en 1993; en el caso de Yugoslavia abrió un proceso desgarrador que trajo de nuevo la guerra a Europa tras un período de paz iniciado en 1945.
La caída del régimen comunista organizado por Tito despertó los enfrentamientos nacionalistas entre los pueblos de la Federación Yugoslava. La política ultranacionalista del líder comunista serbio Slobodan Milosevic produjo la reacción de las otras repúblicas yugoslavas.
Así en 1991, Eslovenia y Croacia declararon su independencia lo que provocó una cruenta guerra entre serbios y croatas.
La situación se hizo aún más dramática cuando un año más tarde la guerra se trasladó a la vecina Bosnia-Hercegovina.

•  Otras zonas del mundo
Descripción: mundohoy009
Mujer de la guerrilla Tutsi
La situación mundial en los inicios de la década de 1990 era claramente contradictoria. Por un lado, conflictos como el árabe-israelí, el del Líbano o el de Camboya entraban aparentemente en vías de solución y se producían avances espectaculares en el respeto de los derechos humanos como el fin del régimen del apartheid en Sudáfrica en 1990-1991 y la convocatoria de las primeras elecciones democráticas y multirraciales en 1994.
Por otro lado, conflictos localizados como la brutal guerra entre las comunidades Hutus y Tutsis en Ruanda y Burundi (1990-1994) hacen patente las dificultades de la comunidad internacional y la ONU para instaurar un "nuevo orden mundial" que permitiera avanzar hacia un futuro basado en el respeto de los derechos humanos, la solidaridad internacional y los valores democráticos.

Conflictos durante el Siglo XXI
La corta historia de este siglo está marcada en todo el mundo por los ataques terroristas de 2001 en Estados Unidos. Europa no se ha librado de las consecuencias de este hecho.

En la víspera, y tras el inicio de la Invasión de Irak de 2003, las naciones de Europa se vieron divididas en cuanto a la forma de encarar el terrorismo.

Tras el ataque lanzado por Estados Unidos contra Afganistán (amparado por las resoluciones de la ONU) e Irak, los países europeos reaccionaron de forma diversa, tanto en el seno de la UE como internamente, ante el enfoque que había dado Estados Unidos a la lucha contra el terrorismo.
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Mujeres afganas
Por un lado, algunos países europeos, encabezados por Alemania y Francia, se opusieron al nuevo concepto de "guerra preventiva" y rechazaron participar en el ataque a Irak.
Otros países europeos, encabezados por Italia, España y Polonia, respaldaron la iniciativa de Estados Unidos y enviaron efectivos militares.
Sin embargo, debido al cuestionable objetivo de la operación, a cambios políticos internos y a las numerosas críticas desde diversos sectores sociales, España ha aproximado sus posturas a las tesis del eje franco-alemán, mientras que Polonia e Italia han dado un perfil más discreto a su posición.
Terrorismo
Terrorismo es, sin duda, un término que ha sufrido un fuerte abuso de lenguaje por parte de los estados que intencionadamente pretenden desacreditar a sus enemigos. Así los nazis llamaban terroristas a los judíos que se rebelaron en Varsovia; en la Sudáfrica del apartheid se decía que muchos negros hacían actividades terroristas; los franceses dijeron lo mismo de los argelinos que se opusieron a la dominación de Francia (y que en algunos casos utilizaron métodos terroristas). En la situación de ocupación de Irak, iniciada por los Estados Unidos en 2003, es difícil trazar la línea divisoria entre terrorismo y resistencia.
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Si terrorista es aquel que utiliza el terror para conseguir fines políticos, hay quienes consideran que muchos ejércitos recientes han cometido tales actos; por ejemplo los serbios en Bosnia, los israelíes en los Territorios palestinos, los rusos en Chechenia y los estadounidenses en numerosos lugares del mundo.
El terrorismo al que se hace referencia, usualmente es mucho más difícil de determinar, ya que es el que se ejerce con una relación de fuerzas desfavorable. Resulta difícil separar "terrorismo" de "resistencia".
Legitimidad o ilegitimidad de los grupos terroristas
Este es el punto más conflictivo pero sin él resulta imposible la condena moral o legal. Tales distinciones en muchos casos estarán sujetas a la visión subjetiva de uno u otro bando en conflicto.
La legitimidad se otorga o se toma según se consideren legítimos los objetivos que eligen, si sus ataques son indiscriminados o no, si la población a la que pertenecen está sufriendo algún tipo de opresión, si tienen entre su gente apoyo social y cuánto, si comenzaron ellos las hostilidades o si antes de surgir como grupo no había conflicto alguno, si también son atacados con iguales o peores métodos.
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Terror en la ciudad
Por desgracia, en muchos casos la línea que separa lo legítimo o ilegítimo es demasiado tenue y queda borrada por los horribles actos de unos y de otros, por lo que muchas organizaciones pueden ser vistas como salvadores por unos y como asesinos por otros.
Contra eso muchos grupos que no quieren recibir el epíteto de "grupo terrorista" tratan de mantener claros sus objetivos ajustándolos a su supuesta legítima lucha. Otros se amparan en causas que parecen legítimas para llevar actos que van más allá de lo justificable, como es el caso de la organización Al Qaeda.
El caso de Irak permite a comienzos del siglo XXI analizar una diferencia sutil. Los grupos de resistentes iraquíes se empeñan en atacar a las fuerzas militares estadounidenses y sus aliados, y procuran que la violencia no alcance a sus propios conciudadanos, a pesar que en la realidad la mayor parte de los damnificados, muertos y heridos, son civiles iraquíes.
En cambio los terroristas —frecuentemente extranjeros atraídos por la Yihad— con tal de desestabilizar el régimen no tienen consideración alguna en atacar objetivos civiles.
Recientemente y, sobre todo, tras el 11 de septiembre, ha surgido la opinión de que el elemento determinante en la identificación de un grupo como terrorista o no son solamente los medios prescindiendo a tener en consideración sus fines.
 El problema de esta calificación es que afecta a un colectivo demasiado amplio. Sin ir más lejos, las principales potencias militares habrían sido terroristas en un momento u otro de su historia al atacar indiscriminadamente objetivos civiles.
Según la ONU, todo pueblo oprimido tiene derecho a resistirse. Las propias Naciones Unidas legitiman la resistencia contra el opresor. El problema, no obstante, es el de siempre: la subjetividad inherente a ambos bandos, que obliga siempre a mirar desde una posición un tanto alejada de las simplificaciones fáciles en las que suelen caer unos y otros.
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Osama Bin Laden
La ONU tampoco especifica cuál es el nivel de opresión intolerable o resistencia tolerable. Como suele ocurrir en estos casos, el dictamen final quedará a criterio del vencedor.
En todo caso la ONU, al igual que otras entidades internacionales y nacionales, en ciertas ocasiones ha condenado claramente las acciones de varias organizaciones armadas como crímenes de guerra o actos terroristas, acciones que por lo tanto irían más allá de lo que sería la legítima defensa contemplada anteriormente.
Violencia intrafamiliar
Son innumerables las formas la violencia familiar. Puede pensarse en violencia hacia los mayores, entre cónyuges, hacia los niños, las mujeres, los hombres, los discapacitados, etc. Además siempre es difícil precisar un esquema típico familiar, debido a que la violencia puede ser física o síquica, y ocurre en todas las clases sociales, culturas y edades. La mayoría de las veces se trata de los adultos hacia una o varios individuos.
En la práctica, el maltrato tiende a "naturalizarse" es decir se torna cotidiano sobre todo a través de conductas violentas que no son sancionadas como tales.
Muchas personas que maltratan son considerados (y se consideran a sí mismos) como de mayor poder hacia quienes son considerados (se piensan a si mismos) como de menor poder.
Cabe destacar que las personas que sufren estas situaciones suelen ocupar un lugar relativamente de mayor vulnerabilidad dentro del grupo familiar. En este sentido la violencia hacia los niños y las mujeres, estadísticamente reviste la mayor casuística, en cambio los hombres maltratados son solo el 2% de los casos de maltrato (por lo general hombres mayores y debilitados tanto físicamente como económicamente respecto a sus parejas mujeres).
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También cabe enumerar la violencia cruzada, cuando el maltrato pierde el carácter de aparente unidireccionalidad. Desde el punto de vista jurídico resulta dificultosa la comprobación. Cuando se trata de violencia física en su mayoría son lesiones leves, las cuales cuando dejan marcas desaparecen en no más de 15 días.
Por lo general, quienes padecen estas situaciones tienen reticencia a denunciar lo que ocurre.
Los motivos de este recelo ocupan desde hace muchos años a investigadores y profesionales. Por un lado porque se mantiene una espera de un cambio espontáneo de quién agrede, por otro lado se aceptan las disculpas (típicas) de quién agrede, y se creen las promesas que no se lo volverá a hacer (otro rasgo característico), también influye el temor al prejuicio social, las convicciones ético – religiosas, la dependencia económica, el miedo a represalias, la falta de esperanzas en la eficiencia de los trámites jurídicos, etc.
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Pero quizás el punto más crítico del razonamiento sobre el maltrato se evidencia en el sostenimiento del vínculo violento.
En este sentido, entran en consideración tanto el aplastamiento síquico, la baja autoestima, la educación violenta, como también una consideración al suponer una relación signada de vicios y sistemas síquicos o relacionales, o un posible montaje estructural subjetivo que impide romper el tipo de relación, etc.
Se debe considerar que la situación violenta no solo la padecen quienes sufren golpes o humillaciones, sino también quién propina esos mismos golpes y humillaciones.
Intervienen al respecto los modelos de organización familiar, las creencias culturales, los estereotipos respecto a supuestos roles relacionales, y las maneras particulares de significar el maltrato.
Es el estado el que debe velar por la protección de las personas involucradas, mediante acciones concretas tales como el dictado de leyes y demás normativas jurídicas, y la generación de espacios educativos, de contención e intervención comunitaria.
Cabe destacarse que la represión por parte del estado al agresor no soluciona el problema, por lo que resulta esperable el fomento de una pronta asistencia sicológica hacia el, la, o los agresores que en muchos casos ejerce violencia sólo en la intimidad familiar y privada, ya que en otros ámbitos poseen un comportamiento cordial y afectuoso.